pensador independiente

sábado, mayo 08, 2010

Belleza real e irreal.

Belleza


En todos los tiempos los hombres y mujeres han tenido gran interés en la belleza, aunque en el pasado remoto esta preocupación no era tan marcada como hoy día, pues los hombres de la PRE-historia tenían otras necesidades mas importantes que la estética. Es decir verse y sentirse bello es el producto de haber llenado las necesidades básicas y es lógico que así sea.
Se dice que el hombre de la antigüedad apreciaba más las virtudes de un corazón sincero que el aspecto físico, es por eso que se afirma que los seres de ese tiempo tenían un corazón de santo y un cuerpo de animal. El aspecto físico no importaba para nada y las vestimentas daban testimonio de ello, pues las faenas de un hombre de esta época no lo permitían.
Luego en la segunda etapa evolutiva ambos aspectos cobraron igual interés, tanto lo interno como lo externo eran importantes. Por lo mismo se decía que los hombres tenían corazón humano y aspecto humano, es donde la moralidad y la ética tomaron forma en una sociedad debido a la organización progresos en la política, economía y cultura que se perpetuó a través de la escritura y, en su proceso de gestación hasta llegar a su apogeo culminando al punto decadente y así pues entramos en la etapa en la cual estamos viviendo "El culto a la belleza externa" y entonces lo relevante es lucirse, exhibirse y aparentar se convirtió en la mas preciado.
Entonces comprendemos por que se dice que el hombre de hoy tiene un aspecto de santo y un corazón de animal. Pues por un lado luce esplendoroso y bello, estéticamente hablado y por otro lado su corazón, lugar donde inicia sus intenciones, pensamiento y donde manan todas las acciones, están corrompidas y degenerada. Entonce, reglas y convenios sociales construidos bajos la hipocresía de hombres de doble moral, doble discurso, enmascaradas permanecen para esconder hábilmente y aparentar lo que no es ante los demás, esto es el común denominador de personas de toda clase social.
Así pues ya hemos echado un vistazo a trabes del tiempo y la posición de los humanos en cada etapa mencionada. Ahora debemos revalorizarnos y con una actitud crítica y sincera debemos reconocer que existen dos clases de bellezas, una interna la que se caracteriza por ser: atemporal, justa, sincera, natural y por lo tanto, real, inmutable eterna y verdadera y que, ha sido relegada o sustituida por la otra que se opone radicalmente pues es: externa, evasiva, efímera, hipócrita, artificial y tristemente falsa.
He aquí que nuestra sociedad actual se ha construido basada en lo falso y por lo tanto los problemas ocasionados por el corazón desviado de líderes y personas comunes de nuestra era actual han llegado a su fin, mucho daño hemos causado al mundo y a nuestros semejantes, es por eso que el planeta tiene recurrir a sus mecanismos de defensa y el egoísmo tiene que desaparecer radicalmente, pues tal como una célula cancerígena en el cuerpo amenaza la vida, el mundo como ser viviente reacciona violentamente, es por lo mismo que vendrán a ser destruidos los egoístas y malvados.
La tolerancia tiene límites y cuando el necio ha construido su casa sobre bases de arena, entonces su destino es inestable, y es por su necedad, mas los justos permanecerán para siempre, pues sus bases se construyen en roca firme, estas rocas firmes se establecen bajo la autoridad de su legítima naturaleza, es decir la belleza interna, la real y eterna que, cada hombre lleva esencialmente dentro de sí, su nombre es indistinto. Es lo que todos los maestros, profetas, avatares y santos nos han enseñado: Jesucristo, Buda, Mahoma entre otros, han estado en comunión con Dios por siempre, mas es el corazón desviado y lleno de apegos egoístas y lleno de incorrecciones e ignorancia no deja espacio para comprender las verdades eternas que vienen del cielo y son hechas para todos los hombres y mujeres de hoy. Así pues mi mensaje es para todo aquel que tenga un poco de ciencia y conciencia para retomar la ruta de su camino, pues el andar por esta vida en tinieblas es, para los pobres hombres terriblemente desdichados, la peor de sus desgracias.